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Stearica. Fotografía: Íñigo Soler |
COLABORACIÓN: MIGUEL E. REBAGLIATO
El cielo de esa tarde de domingo fue un claro presagio de lo que esa noche se avecinaba en la sala Matisse. Con las últimas luces, de tonos rojizos casi apocalípticos, se mezclaba en el cielo el más inmenso arcoíris con unos amenazantes relámpagos. Era el escenario perfecto para Stearica, que traía desde Italia su música experimental para inaugurar el CRIV (Ciclo de Rock Instrumental Valencia). Pues nada mejor que un concierto para presentar lo que en enero serán tres noches de frescura y música más allá de las palabras.
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Comadreja Mambo. Fotografía: Íñigo Soler |
Fueron los valencianos Comadreja Mambo los encargados de abrir el ciclo. Parece que, al llevar mucho tiempo sin tocar, tenían bastante rabia acumulada y el domingo la sacaron al completo, con sus partes más punk y sus otros ritmos más rockeros. Noche de tríos fue aquella: una guitarra a cada lado, también a las voces, y al fondo la batería. Y noche de caña, mucha caña. “Nuestro repertorio es pequeño, no nos gusta ensayar y no perdemos el tiempo con esas cosas”, se despidieron. ¿Una declaración de intenciones? Más caña para cerrar lo que fue una actuación entretenida. Aunque quizá algo más de variedad les vendría bien: jugar más a grabar loops de voces, como en el inicio con ‘Calaveras con pelo’, o más locuras a golpe de cencerro y armónicos.
Stearica supieron demostrar por qué quienes los conocen hablan tan bien de ellos y sobre todo por qué su disco, ‘Oltre’, ha recibido tan buenas críticas. Pero si en estudio a veces aparece su parte más tranquila, en directo su lado más salvaje se hizo con el control de todo. Pronto cayó su single ‘Sky Smokes Clouds’, primero con unos sintetizadores que pronto el guitarrista de la banda dejó en loop, mientras el batería no renunciaba a su enérgica pegada y el bajista a veces tomaba la iniciativa melódica en medio de todo el caos sónico. Porque no sólo el cielo valenciano hizo experimentos ese domingo. Parece que de su aventura con Acid Mothers Temple –que dejó el disco ‘Stearica Invade Acid Mother Temple’-, se han contagiado de la psicodelia y el space rock de los japoneses, que salió esa noche a través de los numerosos pedales del guitarrista de Stearica.
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Stearica. Fotografía: Íñigo Soler |
Los italianos, además, hicieron gala de la simpatía y la elocuencia típica de su país, comentando y bromeando entre canción y canción ante una Matisse medio llena. “Venimos de Italia y comemos… lomo”, además de butifarra, sorprendió el batería cuando a los 25 minutos de concierto tomó el micro. Después, se enfrascaron en la recta final del concierto, de nuevo hacia lo salvaje. No faltaron los momentos de locura: cuando el batería empezó a golpear todo lo que encontraba a su paso, letra a letra todo el logo de la Matisse, o cuando al final todo se llenó de acoples y potentes acordes, guitarrazos, como si Stearica fuera el grupo más metálico del mundo.
¿Alguien dijo que la música instrumental era aburrida? Ahora tiene su oportunidad para comprobarlo. Si no se lo demostró Stearica, ya se le sacará de su error Tannhäusser, AtletA o Za!. En enero, más.
soy de argentina y conoci a los comadreja mambo por un cd que me regalaron del festival del dia de la musica heineken en 2011 y me rompieron la cabeza con calaveras con pelo y su "ya tengo tu muñeco de budu".
ResponderEliminarbuenisimo
mas noise no vendria mal