Nico Nieto y Coque Malla. Fotografía propia. |
"No esperéis un gran show, vamos a tocar canciones. Canciones que hacía mucho que no tocaba y que tenía ganas de recuperar." Es una buena frase para empezar un concierto. Y todavía más si viene después de un Over the rainbow versionado con la ayuda de una sola guitarra acústica. Una de tantas canciones que valió la pena escuchar.
El escenario de la sala Galileo de Madrid parecía quizás demasiado grande cuando el líder de Los Ronaldos apareció. Él solo, acompañado únicamente por los instrumentos que descansaban a su alrededor, como si esa ya fuera suficiente compañía. Saludó al público, que lo esperaba sentado tomando algo alrededor de las mesas desperdigadas por la sala, y empezó el concierto.
Los asistentes que habían conseguido los mejores puestos cerca del escenario, callaban, y se dejaban envolver por la atmósfera que se creó en cuanto Malla interpretó Lo intenta, una de las canciones de Termonuclear, su último álbum. El público situado hacia el final hizo alarde de una mala educación de esas que hacía cuestionarse por qué habían comprado la entrada, y no paró de hablar en ningún momento. Es curioso como muchas personas que deciden ir a ver música en directo no entienden que el hecho de que un concierto salga bien no sólo depende de los músicos, sino también de los asistentes. Uno de los espectadores gritó un desesperado "¡Callaros, cojones!", que incluso Coque Malla escuchó, pero que, tristemente, tuvo poco efecto.
Más allá de eso, Coque siguió a lo suyo, y pronto se le unió en el escenario Nico Nieto, a la guitarra eléctrica. Una cabeza más alto que él, algo rígido y desmadejado, a lo Thurston Moore. En un concierto tan intimista como este, Malla y Nieto formaban un tándem casi perfecto. La acústica y la voz de Coque eran una constante, mientras que Nieto tan sólo desgranaba arpegios aquí y allá, sin hacerse notar pero sabiéndose imprescindible. Nieto y otros dos músicos fueron entrando y saliendo del escenario en un ir y venir ligado al tema que fuera a sonar.
Más allá de eso, Coque siguió a lo suyo, y pronto se le unió en el escenario Nico Nieto, a la guitarra eléctrica. Una cabeza más alto que él, algo rígido y desmadejado, a lo Thurston Moore. En un concierto tan intimista como este, Malla y Nieto formaban un tándem casi perfecto. La acústica y la voz de Coque eran una constante, mientras que Nieto tan sólo desgranaba arpegios aquí y allá, sin hacerse notar pero sabiéndose imprescindible. Nieto y otros dos músicos fueron entrando y saliendo del escenario en un ir y venir ligado al tema que fuera a sonar.
Todos los músicos. Fotografía propia. |
"Es curioso ir soltando canciones", decía Coque, conforme el concierto iba avanzando. Interpretó temas de sus cuatro álbumes en solitario, pero también de Los Ronaldos, como El Gurú o Pequeña Daisy, y de vez en cuando se decantaba por un tema más rockanrolero, como She's my baby o Me olvido de ti, ambos de La hora de los gigantes. Y entonces lo daban todo. Movimiento de piernas al más puro estilo de Keith Richards y un baile de guitarras que ahogaban las voces de unos espectadores que no podían estarse callados. Espectadores que, para qué mentir, esperábamos discretamente escuchar ese No quiero vivir sin ti que hace poco que se hizo famoso gracias a un anuncio. Bueno, no tan discretamente. De hecho, una mujer con toda la pinta de llevar varias cervezas de más gritaba a cada pocos minutos "¡¡¡NO PUEDO VIVIR SIN TI!!!", ante la vergüenza del resto de los asistentes. Pero no hubo suerte. Tras varios bises y muchas despedidas, Coque cerró con Termonuclear y, por último, con Déjate llevar. Saludo de los músicos y despedida. No hubo No puedo vivir sin ti, pero valió la pena.
Ms A
No hay comentarios:
Publicar un comentario