lunes, 10 de octubre de 2011

Concierto de Darren Hayman y Tórtel: "¿Para que hacen falta los micrófonos?"



SALA MATISSE 7/10/11

A pelo, no hacía falta micro, un preciso y precioso fallo de sonido dio un giro al concierto. Darren Hayman superó las expectativas con una actuación que se convirtió en algo muy personal y que se guardará en la memoria de muchos de los asistentes.



Apenaba ver que el concierto no había llamado a demasiada gente en un principio. Sin embargo, Tórtel, los encargados de abrir la noche, salieron con las pilas bien cargadas. En vez de tocar alicaídos por la asistencia, salieron más enérgicos que nunca para defender los temas de Lugar Nuevo y los del próximo disco. 

De momento, su primer tema, fue más tranquilo, como pide la canción, pero poco a poco fueron sacando la garra. Tórtel lo hace todo sin mirar fue una explosión, sobre todo Jorge Pérez tocaba la guitarra con mucha rabia mientras se dejaba llevar bailando. Un gusto ver la entrega del grupo. El público respondía. "Los cantantes son muy agradecidos" contestaba a los aplausos antes de empezar con su canción del nuevo disco los cantantes. El concierto fue creciendo hasta que, ya en la última canción, Jorge acabó por los suelos.


Mientras tanto, en una esquina de Matisse había un hombre extraño tirado en un sillón casi dormido… Alguien debió avisarle de que le tocaba cantar a él, era Darren Hayman.

Un tipo peculiar el que se subió al escenario acompañado sólo de su guitarra eléctrica y de un violinista. Sonaron algo insípidas las primeras canciones, pero Ha
yman lo contrarrestaba con un monólogo entre canción y canción.Comentó que su guitarra era de gama baja… muy baja, y que era para que si había problemas con Ryanair no perdiera una buena guitarra. Hablaba con mucho desparpajo con el público. 

Pero, ¿y la música? Pues normal, sin aportar demasiado… había un fallo de transmisión con el público. Y de repente, la mesa de mezclas se apaga, deja de oírse su voz por el micrófono y los altavoces. Heyman se sorprende, pero da un paso adelante y se pone a cantar sin micro, a la gente le gusta, a él le gusta. Da otro paso adelante y baja del escenario hasta ponerse delante justo del público y sigue cantando y tocando. Le dicen que el problema ya está arreglado, pero dice que prefiere así, tocando en el público.

A partir de ese momento la comunicación con el público era perfecta. El concierto se convirtió en un corro de personas al rededor de los dos músicos. Además el concierto iba in crescendo y los temas iban siendo cada vez mejor recibidos por el público. Era precioso.

Acabó con dos canciones de Hefner. La gente no paró de aplaudir, fue uno de esos aplausos largos de obra de teatro, de ganas de que no acabe el momento. Luego corrieron a comprarle algún disco o merchandasing, todos querían guardarse algo de esa noche.

¡Chapeau! Una noche que recordar.

MR.I

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